UN ATERRIZAJE FORZOSO  (2009)

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Entra en mi despacho una señora de 35 años, diseñadora de estampados, muy sorprendida por «el orden que hay por todas partes”. Huérfana de padre a los 10 años, se había casado de muy joven con un hombre más bien autoritario. A pesar del desorden que reina en su vida desde el nacimiento de sus 4 hijos, a los cuales «no puede gobernar», ella se considera una persona muy organizada.

 

Desde hace 4 meses, tras haber arrastrado muebles en su casa, sufre una tendinitis en ambos antebrazos. El dolor se localiza en un punto local: wenliu (IG7), empeora al extender las manos y mejora con presión local y masaje. En el último mes, este dolor ha empezado a ascender por los brazos, siguiendo el trayecto del meridiano shouyangming/IG.

 

La paciente presenta otras alteraciones actuales: una rinorrea (drenaje de moco líquido por la nariz) crónica, sin factores desencadenantes, un pólipo en las cuerdas vocales (con una afonía secundaria que le impide cantar en el coro, como solía hacerlo), y eventuales episodios de incontinencia urinaria después de uno de los partos. También refiere un dolor episódico laterocervical (cuya última crisis, hace 6 meses, coincidió con una nueva orientación su campo profesional).

 

Sus menstruaciones son muy abundantes, con coágulos, en ciclos de 35 dias. Como antecedentes destacan una hepatitis C y una intervención quirúrgica por endometriosis a los 28 años.

 

Esta delgada mujer tiende a subestimarse. Su expresión refleja una preocupación constante, y refiere ansiedad e irritabilidad frecuentes, que se agravan cuando siente que no controla su entorno. Este estado, curiosamente, a menudo se acompaña de afonía. De niña, solía soñar que volaba. Hace 5 años, la muerte de su hermana (con quien tenía un vínculo vital muy importante), la sumió en una terrible crisis: durante 2 días me derrumbé por completo, con una sensación de caída incesante en un abismo. Este acontecimiento, la forzó a aterrizar; es decir, a tomar conciencia de las cosas que son realmente esenciales en la vida. Una psicoterapia, iniciada entonces, reforzó su autoestima y la ayudó (con un considerable esfuerzo por su parte) a empezar a gobernar a sus hijos. Hasta aquel momento, no lograba imponer con equilibrio su autoridad, pivotando entre la complacencia excesiva y las órdenes intempestivas para tratar de contenerlos.

 

Es friolera, sobretodo en la zona lumbar y en los hombros. Tiene la lengua hinchada, con una capa blanca grasa en el tercio posterior (la cual, sin embargo, contiene en su seno una pequeña depapilación), y la punta lingual es punta roja y bífida. Su pulso es superficial.

 

La única relación que puedo entrever entre su dolor bilateral repentino y persistente en el trayecto del meridiano de shouyangming/IG, y el contexto general, consiste en el hecho de que la fuerza de tracción realizada al trajinar los muebles -que debería provenir de abajo (y parece insuficiente)- ha requerido, para compensarla, un sobreesfuerzo de los músculos del antebrazo. Esto sugiere una debilidad de zutaiyang/V, meridiano que circula por la zona dorsal del cuerpo y rige la estructura muscular. Sobre este meridiano resuenan, asimismo, tanto el arquetipo masculino como la organización territorial, dos aspectos que parecen suponer un conflicto para ella.

 

Al revisar las indicaciones funcionales de los puntos de zutaiyang/V, encuentro 3 que son compatibles con su clínica: V40, V41 y V58. Tras valorarlos individualmente, escojo punturar únicamente V58 (situado en las pantorrillas).

 

Mi elección se basa en su condición de punto luo (que favorece el retorno del espíritu de la persona al interior), en sus indicaciones para la rinorrea y la afonía (otros de los síntomas de la paciente), y al hecho de que la tensión cervical que ésta sufre episódicamente se ubica en el trayecto del vaso Luo que tiene su origen en este punto. Además, según George Soulié de Morant, la tonificación de V58 tiene el efecto de dispersar el meridiano shouyangming/IG, donde se ubica su dolor braquial. Finalmente, hay una indicación del punto citada en los textos clásicos que me cautiva, ya que cita textualmente: «sueña con volar». De hecho, V58 recibe el nombre de feiyang, expresión que significa ascender, elevarse en el aire, volar.

 

Al día siguiente de la puntura, la paciente se encuentra perfecta, en todos los sentidos (física y psíquicamente)… aunque reaparecen todos sus síntomas a las 24 horas.

 

A lo largo de los 2 meses siguientes, repito la puntura de V58 en 4 ocasiones (casi siempre solo), obteniendo la desaparición total de su tendinitis, su rinitis y su afonía (¡regresó al coro!). También me explica que le resulta más fácil imponerse en su casa con sus niños… y con su marido.

 

Reflexionando sobre esta historia, mi hipótesis es la siguiente: la muerte de su querida hermana, con la consecuente supresión del soporte fundamental que ésta suponía para ella, forzó a esta mujer a tener que sostenerse sobre sí misma, a nivel estructural. Tratándose, como era el caso, de una situación extrema vivida por una persona voluntariosa, pero estructuralmente frágil, este suceso brutal sacudió su taiyang, resonando específicamente en V58. La repercusión posterior, (a raíz del esfuerzo físico), en sus brazos -concretamente sobre wenliu (IG7), punto xi del meridiano (cuya traducción es derrame tibio)- fue, en realidad, meramente una secuela tardía de su meritorio aterrizaje forzoso.